-¿Te marchas sin un solo beso?

28 12 2009

Comienza leyendo aquí.

Oscurecía cuando oyó unos pasas delante de su puerta. Llamaron. Buttercup se secó los ojos. Volvieron a llamar.
-¿Quién es?- preguntó finalmente Buttercup con un bostezo.
– Westley.
Buttercup se repantingó en la cama.
-¿Westley?- preguntó-. Conozco yo a algún West… ¡Ah, sí, muchacho, eres tú, qué gracioso! –Se dirigió a la puerta, corrió el cerrojo y con un tono más afectado, le dijo-: Me alegro mucho de que hayas pasado por aquí, porque me he sentido fatal por la broma que te gasté esta mañana. Claro que ni por un momento pensaste que iba en serio, al menos creí que lo sabrías, pero después, cuando empezaste a cerrar la puerta, por un terrible instante creí que tal vez había llevado demasiado lejos la broma, pobrecillo, podrías haber creído que te decía en serio lo que te dije, aunque ambos sabemos que es imposible, que eso llegue a ocurrir nunca.
-He venido a despedirme.
El corazón de Buttercup dio un vuelco, pero ella continuó con el tono afectado.
¿Quieres decir que te vas a dormir y que has venido a darme las buenas noches? Qué atento de tu parte, muchacho, demostrarme que me has perdonado por la broma de esta mañana; agradezco tu delicadeza y…
-Me marcho- la interrumpió.
-¿Te marchas?- El suelo comenzó a estremecerse. Ella se aferró al marco-. ¿Ahora?
-Sí.
-¿Por lo que te dije esta mañana?
-Sí.
-Te he asustado, ¿verdad? Me tragaría la lengua. –Meneó la cabeza una y otra vez-. De acuerdo, pues; has tomado una decisión. Pero ten presente una cosa: cuando ella haya acabado contigo, no te aceptaré, aunque me lo supliques.
Él se la quedó mirando.
[…]
Westley también sacudió la cabeza y le dijo:
-Supongo que nunca has sido la más brillante.
-¿Me amas, Westley? ¿Es eso?
No podía dar crédito a sus oídos.
-¿Que si te amo? Dios mío, si tu amor fuera un grano de arena, el mío sería un universo de playas. Si tu amor fuera…
[…]
-Durante todos estos años he permanecido en mi choza por ti. He aprendido idiomas por ti. He fortalecido mi cuerpo porque creí que podría halagarte con un cuerpo fuerte. He vivido toda la vida rogando por que llegase el día en que te fijaras en mí. En estos años, cada vez que posaba en ti mis ojos, el corazón me latia desbocado en el pecho. No ha pasado ni una sola noche sin que me durmiera viendo tu rostro. No ha pasado ni una sola mañana sin que tu imagen aleteara tras mis párpados al despertar… ¿Has logrado entender alo de lo que acabo de decirte, Buttercup, o prefieres que siga?
-No pares nunca.
-No ha pasado…
-Westley, si me estás tomando el pelo te mataré.
-¿Cómo puedes soñar si quiera que te esté tomando el pelo?
[…]
-Ahora sí me estás tomando el pelo, ¿verdad?
-Puede que un poco; hace mucho tiempo que te lo digo, pero tú no querías escucharme. Cada vez que tú me decías: «Muchacho, haz esto», te parecía que yo te contestaba: «Como desees», pero era porque no me oías bien. «Te quiero» era lo que en realidad te decía, pero tú nunca me escuchaste, jamás.
-Te oigo ahora y te prometo una cosa: nunca amaré a otro. Sólo a Westley. Hasta que muera.
Él asintió y dio un paso atrás.
-Pronto enviaré a alguien a buscarte. Créeme.
[…]
-¿Te marchas sin un solo beso?
Se abrazaron.
Ha habido cinco grandes besos desde el año 1642 a. de C.: cuando el descubrimiento accidental de Saúl y Dalila Korn se propagó por la civilización occidental. […] La estimación exacta de los besos es algo terriblemente difícil de realizar, y a menudo provoca grandes controversias, porque si bien todos coinciden en la fórmula de afecto, pureza, intensidad y duración, nadie se ha sentido nunca completamente satisfecho con la importancia que ha de darse a cada elemento. Cualquiera que sea el sistema de estimación empleado, existen cinco besos que todos consideran merecedores de la máxima puntuación.
Pues bien, éste los superó a todos.


Acciones

Information

Un comentario

30 12 2009
Carlos

¡Qué bonito el libro!
¡Y qué buen fragmento has elegido!

Deja un comentario